Reducir el consumo de energía en edificios es crucial, ya que representan aproximadamente el 40% del consumo global. Ajustar factores como caudal de aire, tiempo de funcionamiento, control de la demanda, temperatura y un mantenimiento regular de las Unidades de Tratamiento de Aire (UTAs) son prácticas clave para lograr un entorno interior confortable y sostenible.
Los edificios son responsables de alrededor del 40% del consumo mundial de energía, por lo que es imperativo reducir el consumo y aumentar la eficiencia energética de los edificios. Al mismo tiempo, pasamos casi el 90% de nuestro tiempo en interiores.
El truco está en reducir el consumo de energía sin comprometer el clima interior. Una temperatura ambiente y una ventilación correctas son fundamentales para la salud, el confort y la productividad.
Mantener el equilibrio entre eficiencia energética y confort interior es esencial en edificaciones sostenibles
Por otra parte, los precios de la energía se están disparando y existe una necesidad global general de reducir el consumo energético. Una buena forma de alcanzar ambos objetivos es asegurarse de que las Unidades de Tratamiento de Aire (UTAs) funcionan correctamente.
Es una buena práctica revisar los sistemas de climatización cuando se cambia de inquilino y ajustarlos a las necesidades del nuevo, pero en estos tiempos puede merecer la pena revisar los sistemas sea cual sea la ocasión.
Cinco factores decisivos
Hay cinco factores decisivos que deben tenerse en cuenta para reducir el consumo de energía: el caudal de aire, el tiempo de funcionamiento, el control de la demanda, la temperatura y el mantenimiento. Todos ellos deben tratarse con cuidado para garantizar un clima interior confortable para las personas.
Es importante ajustar el caudal de aire a las necesidades reales de la instalación. Un caudal de aire demasiado bajo puede causar incomodidad, menor productividad y problemas de salud, mientras que un caudal de aire demasiado alto puede dar lugar a corrientes de aire y ruidos molestos para las personas que se encuentran en el interior del edificio.
Además, un caudal de aire demasiado alto provoca un mayor consumo de energía. Reducir el caudal de aire en un 10% puede reducir el consumo de energía de los ventiladores en un 20%.
La reducción del tiempo de funcionamiento de la UTA dará lugar a la correspondiente reducción del consumo eléctrico de la unidad, así que hay que asegurarse de que los horarios diarios y semanales son correctos para el tipo de actividad y ocupación de la instalación.
Igualmente, la UTA podría funcionar a un ritmo reducido o incluso apagarse por completo durante las temporadas de vacaciones, los periodos vacacionales y los días festivos en los que no se espera que haya nadie en el edificio. Hay que tener en cuenta que, si el sistema se apaga por completo durante un periodo de tiempo, es vital asegurarse de que esté limpio y seco para evitar la aparición de moho y otros tipos de crecimiento orgánico. Si es posible, es mejor reducir el caudal de aire durante los periodos de inactividad.
El consumo de energía de un ventilador aumenta rápidamente con el incremento del caudal de aire. Utilizar un sistema de control en función de la demanda puede suponer un importante ahorro de energía y un mayor confort para las personas que se encuentran en el interior.
El volumen de aire variable (VAV) ahorra mucha más energía que el volumen de aire constante (CAV), pero los minúsculos ajustes automáticos de un sistema de ventilación controlada en función de la demanda (DCV) correctamente ajustado pueden ahorrar aún más.
Si se dispone de un sistema CAV, hay que considerar la posibilidad de utilizar sólo determinadas partes del edificio y reducir así la ventilación en las zonas vacías. Como un sistema CAV suele estar configurado para un número máximo de personas en el interior, un espacio poco ocupado puede resultar incómodo desde el punto de vista del clima interior.
El control de la demanda, la temperatura adecuada y un mantenimiento regular son factores decisivos para un clima interior confortable
Ajustar la temperatura del aire de impulsión unos grados más baja puede ahorrar energía calorífica sin un impacto notable en el confort o la productividad, a menos que la nueva temperatura esté lejos de los 21 grados Celsius recomendados.
Además, la eficiencia de la distribución del aire aumenta realmente con una temperatura del aire de impulsión unos grados inferior a la temperatura ambiente, lo cual es favorable. Bajar la temperatura de consigna un par de grados reduce la energía necesaria para la calefacción.
Si el sistema dispone de recuperación de energía, también se reduce considerablemente la necesidad de calefacción y/o refrigeración adicionales.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que una temperatura ambiente demasiado baja (o demasiado alta, para el caso) tiene un impacto negativo en la productividad. Y que la reducción de la temperatura de consigna funciona mejor en los edificios más nuevos y mejor aislados; en los edificios más antiguos, las temperaturas cerca de paredes y ventanas pueden bajar demasiado con una temperatura interior reducida y, por tanto, resultar incómodas.
Un mantenimiento programado con regularidad es importante para mantener la eficiencia energética: los sistemas mal instalados, mal puestos en marcha y mal revisados consumen mucha más energía. Por ejemplo, cambiar los filtros a tiempo es quizá una de las formas más fáciles de ahorrar energía, ya que las UTA con filtros obstruidos hacen funcionar sus ventiladores con más fuerza para compensar una mayor caída de presión.
Ajustar el caudal de aire y optimizar el tiempo de funcionamiento de las UTAs es clave para reducir el consumo eléctrico sin comprometer el bienestar
Otras áreas potencialmente problemáticas son: sistemas de ventilación mal equilibrados, sistemas hidrónicos mal puestos en servicio y aire en los sistemas hidrónicos, esto último puede provenir del uso de tuberías de plástico que dejan entrar pequeñas cantidades de aire.
Todo lo anterior reducirá significativamente la eficiencia. Una parte importante del mantenimiento regular consiste en medir, visualizar, analizar y reaccionar, repitiendo según sea necesario. Incluso los sistemas más antiguos pueden beneficiarse de la incorporación de sensores modernos, lo que no supone necesariamente un gran coste hoy en día y es probable que se prefiera a un consumo excesivo de energía y al riesgo de ofrecer un clima interior deficiente.
Un fallo energético crítico se produce cuando la calefacción y la refrigeración se llevan a cabo con soluciones diferentes, buscando puntos de consigna distintos.
Tener radiadores calentando y ventilación enfriando -en el mismo espacio, al mismo tiempo- es obviamente contraproducente y costoso.
Asegurarse de que los puntos de ajuste de la temperatura están alineados entre las soluciones garantiza tanto la eficiencia energética como el confort interior, para que la gente se sienta bien en su interior.
Así pues, hay una serie de factores y medidas que deben tenerse en cuenta a la hora de buscar formas de reducir el consumo energético de una solución de calefacción, ventilación y aire acondicionado. Aunque es esencial tener en cuenta a las personas que ocupan el edificio, el ahorro de energía no debe comprometer el clima interior.
Artículo elaborado por CLUSTER IAQ
(Por Mikael Börjesson | Responsable de Planificación Estratégica del Desarrollo de Competencias | Grupo Swegon)
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